sábado, 14 de febrero de 2009

El valor de la vida

Me despierto cada día dando gracias por estar vivo, porque estando junto a ti, las cosas son más duras de lo que parecen. Cada día es como un juego donde hay que sobrevivir y el más fuerte es el que sale victorioso. En este caso, yo no soy uno de esos, como tú bien sabes. Ya que por tu culpa estoy viviendo de esta manera. Pero creo que es el destino el que me ha mandado a estar en estas tierras, aunque yo no lo merezca. Y tú a la tuya, que con esa maldad que te caracteriza, no haces nada para evitarlo. Tú siempre mirando lo que más te interesa a ti y a los tuyos y no entiendes el daño que me estás haciendo a mí y a los míos y que llevamos sufriendo desde hace tiempo.
Por las mañanas siempre me despiertas de esa forma tan desagradable haciendo esos ruidos que haces, viniendo hacia mí, entrando por mi oreja, y que suelen durar el resto del día hasta el anochecer. Igualmente tus pasos agigantados que hacen temblar todo el suelo de la habitación y cómo no, el resto del edifico; porque eres una mala bestia que vas destruyendo todo aquello por donde pasas. Pero tranquila, tú no te molestes ni nada, nosotros ya estamos aquí para sufrir tus consecuencias. Yo no soy el único que está aquí padeciendo tus jueguecitos, ya que somos miles de familias las que estamos ya cansados de ti, aunque no podamos hacer nada al respecto, ya que con tu poder poco duraríamos aquí. Porque tú eres la que toma las decisiones y nosotros somos escoria para ti, somos como hormigas que exterminas como y cuando quieres y no te pararás a pensar que nosotros no somos los culpables de tu ira.
Tú, que nos haces sufrir y dices que es una venganza. Pero… ¿de qué? Nosotros sólo somos personas inocentes que únicamente pretendemos vivir en libertad sin hacer daño a nadie en un lugar tranquilo y sin violencia. Pero vienes tú y alteras nuestras ilusiones y nos haces las personas más pobres del mundo, sin poder manifestarnos ante ti, y en las calles sólo hay miseria. Te aprovechas de nosotros porque sabes que somos nada para ti, y lo peor es que nos quitas las ganas de vivir cuando nosotros somos los que lo padecemos y tendríamos que rebelarnos. Pero las cosas para ti no son así.
Tantos muertos has dejado atrás y tantos heridos a tu paso, dejando territorios arrasados y millones de familias destruidas por las muertes de sus familiares y de sus seres queridos, que la gente no te quiere para nada. Todos nos hemos dado cuenta de lo mala que eres y de que no sirves para nada. Tú sólo traes cosas malas. Por eso, guerra, queremos que dejes de existir.
Iván Mañó