sábado, 14 de febrero de 2009

Gracias

Me desperté, y el silencio, compañero de la soledad, me recordaba tu ausencia. De fondo un pequeño ruido; tan solo mis suspiros. La cabeza me daba vueltas, sentía que me desmayaba, que el techo se acercaba. Ahora recuerdo levemente aquella noche en la que me di cuenta que prefería estar junto a ti, los dos solos.
Desde los bafles me mirabas con inquietud. Yo te escuchaba tras la muchedumbre, pero tú seguías provocándolos para que bailasen a tu alrededor.

Mis celos me gritaban: ¿Por qué todos deben probarla? ¿Por qué todos pueden quedar impregnados por su sutil aroma? ¿Acaso no eres tú su más fiel confidente?No importa. Yo sé que nadie sabe apreciarte como yo te aprecio. Porque sé que no eres simplemente más alta o más baja, más movida o más relajada, más moderna o más retro. Sé que lo que yo escucho, son sentimientos.

Descubrí tu escondite. Y desde entonces ya no podía dejar de visitarte. Mi camino movido e indefinido nos había unido. Logros, hechos inolvidables, satisfacciones y momentos de agonía y depresión. Juntos hemos recogido los pedazos de sueños rotos para crear nuevos.

Definitivamente confieso que te amo. Te amo porque me diste la libertad para que descubriera lo que más valoro en mí. Te amo porque me has dado fortaleza cuando mi corazón ha estado a punto de desfallecer, y me has dado en ese momento lo que más necesitaba.

Te amo porque me has enseñado todas las oportunidades que tiene la vida mirándola desde otro cristal. Te amo porque eres provocadora de emociones, unión de pueblos y naciones. Te amo por tu paciencia y tu comprensión.

Eres mi aliciente, y por eso, te doy las gracias, pequeña, por ser tan grande. Gracias, música.

Cristian Salinas