jueves, 14 de febrero de 2008

Se acabó

Se acabó
Tengo ganas de escupirte a la cara. Poner un pie sobre tu cadáver y decirte que, por una vez, estoy por encima de ti. Nunca volverás a mandarme, ni a decirme lo miserable que ha sido tu vida. Que yo era lo peor. Que si no hubiera nacido o no me hubieras conocido, habrías sido mucho más feliz. ¡Ay…! Cuántas veces te dije que me dejaras en paz y me contestaste que era demasiado tarde.
Viviendo en una mentira, pensando que todo estaba bien, comenzó todo. Pero ya lo he dejado atrás. Ese estúpido bache en mi camino, lo he pisado y apartado. Creo que ha sido lo mejor que hecho en mi vida. Nunca me había sentido tan libre.
Siempre recordaré este cuarto. Con las paredes pintadas de salpicaduras rojas. Que, por primera vez, no son mías. Mis manos, sucias, me las lavo tranquilamente dejando un rastro rojo por donde voy. Me miro al espejo y por fin, me veo diferente. Ya no soy aquella perturbada y dolorida víctima. Ni tú eres el culpable. En ese segundo de indecisión. Gracias a ese instante, todo ha cambiado. Nos hemos intercambiado los papeles. Yo soy la asesina. Tú eres la víctima. Mi víctima.
Aunque crean que estoy loca. Aunque se apiaden de mí. Me da igual. Porque mi camino se ha despejado. Me siento aliviada. Me siento como nunca.
Vuelvo a ver mi creación. Me fijo en todo tu cuerpo, ya sin vida. Y empiezo a recordar todo mi pasado por última vez. Tus manos, frías y quietas, ya no me volverán a tocar. No volveré a sentir como me cogen y me pegan una y otra vez. Tus pies inmóviles, ya no darán más patadas a ese saco sin voluntad de defenderse. Nunca más estaré en el suelo sollozando. Tus ojos, azules como el hielo y fríos, ya no volverán a mirarme. Los tienes totalmente abiertos. Me alegra saber que lo último que has visto ha sido a mí ejecutando mi venganza. Me gusta tu expresión, parece sorprendida. Estoy pensando en coserte la boca, pero me supondría demasiada faena.
Tienes que verte, ahí tirado en el suelo mientras un charco rojo va expandiéndose. Mudo. Inmóvil. Sin vida. Para siempre. Ha sido una pena lo rápido que ha pasado. Podría haberlo disfrutado un poco más. Lo que tengo claro es que si volvieras a la vida, no dudaría en volver a hacerlo.
Lo peor de todo es que tengo que quitar las manchas de la pared, de la alfombra y de los objetos salpicados. Eso me llevará un buen rato. Aunque no me importa, creo que las dejaré. Será mi triunfo. Mi premio. Después de tantos años.
Todo está raro; el silencio, la tranquilidad,… Casi puedo ver cómo se van los gritos y la tensión… Es tan relajante.
Bueno, que sepas que ya no te odio. ¿Para qué? Sería malgastar tiempo de mi nueva vida.

Tu asesina.