jueves, 14 de febrero de 2008

Vuelve a ser tú

Vuelve a ser tú

Te conocí cuando tenías tan sólo nueve meses, aunque a mí me hubiese gustado conocerte desde antes. Me acuerdo muy bien de ese día. Yo te esperaba desde hacía algunos días y creo que para ti era totalmente una sorpresa, aunque tenías una alegría tan evidente cuando me viste que la expresabas saltando y sin ningún tipo de reparo en que todo el mundo conociese tu estado de ánimo. Te costó muy poco adaptarte a nosotros. Al principio todo te parecía extraño: los olores, los sonidos, los tactos…todo lo que no habías visto, ni olido ni tocado dentro de lo que fue tu única casa en los primeros nueve meses de tu vida y de la que no saliste hasta que fuimos a rescatarte. Pero te interesabas mucho por investigar y pronto te acostumbrabas a lo que fuese. Desde entonces yo y todas las personas que conozco y te conocen saben al instante cómo eres, porque siempre tienes las emociones a flor de piel.
Aunque no todo ha sido tan fácil; te tengo que reprochar que nunca, nunca me haces caso. Bueno, ni a mí ni a nadie, vives totalmente como quieres. Pero está claro que sin nosotros no podrías vivir. Ha habido momentos en los que te he odiado, como la vez que me rompiste la cámara o cogiste mis botas sin permiso. Pero después de haberte reñido sin obtener ningún resultado, ya que volvías a desobedecer otra vez, no podía estar más de media hora enfadada contigo; con tu insistente interés por estar conmigo me volvías a conquistar.
Desde que te peleaste con otro hace unos días y resultaste herido no eres el mismo. Vagas por la casa como un fantasma, sigues expresando tus sentimientos aunque estos son muy diferentes a los de siempre, no me recibes a la puerta de casa, no me buscas para estar conmigo, no vienes a despertarme cada mañana saltando en mi cama. Tengo la esperanza de que sólo sea una mala rachas, un bajoncito por haber resultado heridos y no poder hacer nada para remediarlo. De todas formas no puedo evitar preocuparme por ti. Te miro de reojo cuando no me miras para ver cómo actúas, cómo te mueves con ese corte tan profundo que, aunque no des muestras de tener ningún dolor, estoy segura de que te duele.
Lo que más deseo en estos momentos es que puedas volver a ser el de antes, que vuelvas a esperarme a la entrada de casa, que saltes de alegría cuando me veas y que te alegres cuando salimos a pasear. Siempre he sabido que eres un perro muy sensibles, pero por favor, Luck…¡Vuelve a ser como eras!

Adriana Roselló