La llegada de Halloween nos encontró todavía en manga corta. No parecía que la primavera perpetua que se había instalado en nuestro ventanal (y fuera) se decidiera a irse. Pero no podía ser... Así que con las primeras nubes el ventanal se vistió de otoño, la rama de nuestro árbol se quedó sin flores y, como correspondía a las festividades de Halloween y de Todos los Santos, descubrimos que bajo la rama habían enterrado a alguien. Poco a poco desaparecieron todos los vestigios de la primavera que aún quedaban en los pasillos. Algunos habitantes animales más propios de la estación llegaron para quedarse al menos un tiempo. Y ahora todas las mañanas vemos pájaros negros, alguna rata, y una lechuza que nos observa atentamente... Tengo la impresión de que de un momento a otro va a pasar algo...
jueves, 9 de noviembre de 2017
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