sábado, 14 de febrero de 2009

CARTA A UN SUEÑO

25 de enero


Querido Peter:

No sé si alguna vez te dije que lo que sentí en ese momento por ti fue inexplicable. Nunca había sentido nada igual… Fue un flechazo… Nos encontrábamos todos los días en el mismo lugar.

Nunca me atreví a decirte nada, sólo un hola y un adiós, porque no tenía el valor de entrar en ese ascensor y preguntarte tu nombre. Todos los días me vestía para que te fijaras en mí, pero eso nunca pasaba. Pasaban los días, uno tras u otro, de lunes a viernes, y no ocurría nada, muy a mi pesar. Subíamos juntos hasta la planta sesenta y tres de la Torre Norte y ahí acababa todo… ni una palabra.

Y un día ocurrió, pronuncié tu nombre. No podía creer que hubiese sido capaz. Seguro que pensabas qué chica más tonta. Yo en ese momento me quería morir, pero tú te dirigiste a mí diciéndome que me conocías y que tú también te habías fijado en mí. No me lo esperaba… Desde ese día mi vida cambió.

Hasta que el día once de septiembre un avión pilotado por un loco fanático te arrancó de mi vida, mientras yo, ajena a todo y enferma, dormía en mi habitación... Conecté la televisión momentos después, alertada por una llamada de mi hermana que me preguntaba si estaba bien y si había ido a trabajar ese día. Sólo me dijo que conectara la tele, que mi oficina salía en las noticias.
Lo primero que pensé es en si te había pasado algo. Cuando la televisión se encendió, no podía creer lo que estaba viendo… Mis sueños de tener algo contigo se estaban desplomando, como las torres aquella mañana. Empecé a llamarte al móvil muy asustada. No contestabas… Me vestí y fui hacia las oficinas.

Pregunté a los supervivientes si te habían visto por casualidad. Muchos de ellos no te conocían… Normal, éramos demasiada gente allí dentro. Pregunté a los policías si habían sacado a alguien más… Les describí tu cara, el color de tu pelo, tu sonrisa… pero no consiguieron decirme nada. Les dejé mi teléfono por si te encontraban, vivo o muerto… Necesitaba saberlo. Desesperada, intenté traspasar alguna de las cintas de seguridad, pero no veía más que escombros. Uno de los bomberos me vio y me sacó de allí.



Hace unos días me llamaron de la policía. Al final encontraron tu cuerpo aplastado bajo los escombros…

Hoy, sigo pensando en ti y en lo que ocurrió aquel día. Nunca conseguiré olvidarlo. ¿Por qué te hicieron eso? ¿Ahora que hago yo sin ti? No hago más que preguntarme… y nadie responde.

PAULA GARCÍA