sábado, 14 de febrero de 2009

El día más amargo

¿Recuerdas aquellas charlas interminables con galletas y leche, esos días en la playa jugando a voley? ¡Cómo te gustaban aquellos baños en el mar! Solías decir que un chapuzón en agua natural era bueno para todo. Tú siempre estabas sacándome una sonrisa, hasta en mis peores días. Éramos la pareja perfecta, y yo la persona más feliz a tu lado. El tiempo que viví contigo fue maravilloso, los años más felices de mi vida. Cuando caíste rendido y sin aliento en mis brazos, sentí que se me clavaban mil puñales en el corazón.
Pronto y sin darme cuenta, aquellas sillas duras y frías rodeadas de esas horribles paredes blancas sin ningún rastro de calor, se apoderaban de mi ser. Así me sentía, vacía, no lograba entender nada de lo que estaba pasado. Tú eras lo más importante para mí y yo sólo sabía que no estabas a mi lado. Fueron las horas más largas de mi vida, esperando llegar a casa y hacer chistes de este incidente.
En lo más profundo de mi corazón, noté un pinchazo largo y profundo, me hizo soltar un suspiro que me dejó sin aliento por un momento. Noté tu dolor y fue cuando supe que algo no había salido bien. Se me acercó una figura blanca, con cara larga, cada uno de sus pasos se me hacía eterno y al llegar, sus aterradoras palabras fluían con lentitud por mis oídos hasta alcanzar mi cerebro. Fue así como procesé la información. “No hemos podido hacer nada por él, lo siento mucho.” Me quedé perpleja esperando el fin del mundo o que la tierra me tragase. Mi vida no tiene sentido sin ti. ¡Regresa por favor, no me dejes sola!
Fue el día más amargo de mi vida y aunque no he podido superar tu ausencia, sólo quiero que sepas que ahora, después de 20 años, sólo recuerdo esos buenos momentos que pasé contigo y aún vivo porque siempre te siento a mi lado.
Te quiero
Stephany Balbín